domingo, 31 de marzo de 2013

La Loba


Unos meses la sangre se vistió con tu hermosa figura de muchacha, con tu pelo torrencial, y el sonidode tu risa unos meses me hizo llorar las ásperas espinas de la tristeza. El mundose me empezó a morir como un niño en la noche,y yo mismo era un niño con mis años a cuestas por las calles, un ángel ciego, terrestre, oscuro,con mi pecado adentro, con tu belleza cruel, y la justicia sacándome los ojos por haberte mirado.

Y tú volabas libre, con tu peso ligero sobre el mar, oh mi diosa,segura, perfumada,porque no eras culpable de haber nacido hermosa, y la alegríasalía por tu boca como vertiente purade marfil, y bailabascon tus pasos felices de loba, y en el vértigodel día, otra muchachaque salía de ti, como otra maravillade lo maravilloso, me escribía una carta profundamente triste,porque estábamos lejos, y decíasque me amabas.

Pero los meses vuelan como vuelan los días, como vuelanen un vuelo sin fin las tempestades,pues nadie sabe nada de nada, y es confusotodo lo que elegimos hasta que nos quedamossolos, definitivos, completamente solos.

Quédate ahí, muchacha. Párate ahí, en el girodel baile, como entonces, cuando te vi venir, mi rara estrella.Quiero seguirte viendo muchos años, venirimpalpable, profunda,girante, así, perfecta, con tu negro vestidoy tu pañuelo verde, y esa cintura, amor,y esa cintura.

Quédate ahí. Tal vez te conviertas en aireo en luz, pero te digo que subirás con éste y no con otro:con éste que ahora te habla de vivir para siempretú subirás al sol, tú volveráscon él y no con otro, una tarde de junio,cada trescientos años, a la orilla del mar,eterna, eternamente con él y no con otro.

Publicado por Francisco Méndez 

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